miércoles, 15 de marzo de 2017

El padre entra al cuarto de su hija y se encuentra su pesadilla. Pero entonces hace ESTO.

Para todo padre este momento es, sin duda, uno de los más difíciles de su vida: cuando encuentra a su querida niña en la cama por la mañana y no está sola…
¡sino con un un hombre! Uno ha de aceptar que esto pueda sucederle alguna vez para poder enfrentarse a ello sabiamente. Este padre describe su experiencia en Internet, en la plataforma Reddit.
Sus palabras son geniales y, al mismo tiempo, muy instructivas.
“Hola, esta es mi historia como padre. Una mañana bajé las escaleras de casa y me encontré exactamente con esta escena: mi hija de 17 años dormida en el sofá junto a un joven, tras lo que debía de haber sido una “dura” noche. Hice el desayuno en silencio, volví al piso de arriba y les dije a mi mujer, hijo y otra hija (menor) que no hicieran ruido porque aún había gente durmiendo. Nuestra mesa de comedor está en el lado opuesto de la habitación, a unos pasos del sofá donde estaban mi hija y su acompañante. Todos nos sentamos a la mesa y, entonces, grité: ¡JOVENCITO!
Nunca vi a nadie pasar tan rápido de la posición horizontal a la vertical.
‘¡El desayuno está listo!’, grité con toda la fuerza de mis pulmones. En su oído izquierdo. Entonces retiré la silla de mi lado. ‘Siéntate!’, le ordené. Mientras, mi familia miraba a sus platos en silencio, sin mover un músculo.
Deben haber sido los 7 metros más difíciles de recorrer para un joven desnudo de cintura para abajo. Tras ponerse la ropa, que yacía junto a la mesa del comedor, se sentó. Mi hijo (de 1,93 m de altura) le dio unas palmadas en la espalda, lo miró a los ojos, exhaló un hondo suspiro y sacudió la cabeza. El chico estaba ya bastante nervioso. Podía casi olerse.
Entonces, con mi mejor acento ruso, le espeté: ‘Amigo mío, voy a preguntarte algo. Y la respuesta que me des es muy importante… para ti’. En ese momento ya estaba sudando.
‘¿Te gustan los gatos?’. Se me quedó mirando como si tuviera dos cabezas.
La verdad es que era un chico muy simpático y agradable. Claramente sin formación, pero no tonto. Había algo extraño en él. Mi hija me aseguró que era un chico muy agradable y atento. Lo había conocido hacía un mes. Desde ese día, vino todos los días, aunque nunca se quedaba por las noches.
Cada mañana venía a recogerla en bicicleta para ir a clase. Luego la acompañaba a casa y se aseguraba de que hacía la tarea. Cuidaba de ella cuando estaba enferma y nosotros estábamos trabajando. Tenía la paciencia de un santo cuando a ella le entraban una de sus rabietas.
Dijo que no tenía familia, no había ido a la escuela ni tenía un trabajo fijo. Pero amaba a mi hija, y mi hija a él. ¿Quién soy yo para no permitir que aprenda de sus propios errores?
8 meses después, mi hijo vino un día a hablar conmigo. Había estado preguntando por el chico. Resulta que no tenía casa. Su padre le pegaba y acabó suicidándose. Su madre, adicta al crack, se marchó 3 semanas después. Vivían en una caravana alquilada. Por aquel entonces él tenía 15 años, y había vivido durante 3 años en la calle; durmiendo en parques, hospicios, con ‘amigos’, en hostales baratos…
Así que, este chico de 18 ó 19 años, educado, que llega con una sonrisa y se va con una sonrisa… Es un chico que se preocupa, que ofrece su ayuda sin pedírsela… pero, lo más importante de todo, que hace a mi pequeña feliz.
Un niño que no había tenido la oportunidad de ser uno. Con un padre maníaco depresivo que nunca estaba en casa y se suicidó; con una madre adicta al crack. A veces los vecinos le daban comida, pero casi siempre pasaba hambre.
A veces cuando no viene, porque ahora tiene un trabajo, lo echamos de menos. Mis hijos no son sus mejores amigos, pero mi hijo se lleva muy bien con él y mi hija menor confía en él a ciegas. Y el instinto maternal de mi mujer parece haber crecido. ¿Y yo? A veces me sorprendo a mí mismo, porque me preocupo mucho por él. Y es que lo que quiero es que sea feliz.
Les conté a mi mujer e hija lo que sabía de él. Lloraron. Me sentía decepcionado por mi hija mayor; ella lo sabía, tenía que habérnoslo dicho. Ella lo quiere pero deja que se vaya cada noche… ¿a dónde?
Al día siguiente le di una llave de casa y le dije que esperaba que viniera a casa cada noche. A casa. En las siguientes semanas le preparamos una habitación supletoria y lo llevamos a comprar muebles. Era muy bueno construyendo cosas. Quería ser su propio jefe, le gustaba crear cosas. Así que nos aseguramos de que recibiera la formación necesaria para ello.
Eso fue en 2000. Ahora, 15 años después, mi nuevo hijo y mi hija tienen un negocio boyante de hogar y decoración. Y lo mejor de todo… nos han dado 3 maravillosos nietos!!!
Y es que la vida no va sobre cómo sobrevivir a la tormenta, sino sobre cómo bailar bajo la lluvia”.
Si este padre hubiera echado al chico a la primera, su familia no hubiera vivido tantos maravillosos momentos con él.

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